"Hector Pieterson": Sam Nzima
Creo en los nuevos brotes de Seres Humanos que se alzan sobre los restos de indignidad que un día hicieron al Hombre avergonzarse de ser hombre.
Creo en las manos humanas extendidas que sustituyeron el dolor inferido por otras manos deshumanizadas.
Creo en la regeneración de este pequeño Cosmos planetario, invisible partícula del Universo.
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Creo -yo también- que algún día todo, TODO, será distinto.(
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-Étienne Navarlaz-
Corría el año 1976. El régimen del apartheid imperaba en Sudáfrica. El 16 de junio de ese mismo año miles de estudiantes de Soweto área suburbana del noreste de Johannesburgo decidieron que las cosas estaban llegando demasiado lejos. Una ley, impuesta por los blancos racistas, obligaba a las escuelas a que enseñaran afrikáner, un híbrido lingüístico que combina el holandés anacrónico de los primeros colonos europeos que llegaron al cabo occidental a finales del siglo XV con elementos decorativos tomados de lenguas africanas, zulú, xhosa, bantu. Afrikáner, según la mayoría negra, era el idioma del opresor.
Aquella humillante ley fue el factor desencadenante para que los negros dijeran «basta» y el mundo conociera concretamente los vejámenes que cometía el régimen del apartheid.
La mañana del 16 de junio de 1976, miles de estudiantes invadieron las calles de Soweto y «encolerizados y audaces» como los calificó Nelson Mandela, cambiaron la situación tanto en su país como en el extranjero, donde las imágenes de la represión brutal y ciega del régimen segregacionista tuvieron un impacto enorme.
La manifestación comenzó en calma, pero se descontroló cuando la policía abrió fuego contra la multitud, y los jóvenes comenzaron a caer muertos. Los estudiantes respondieron con piedras.
Cuando los policías empezaron a tirar contra los que marchaban pacíficamente, la primera víctima fue Hector Pieterson, un niño de 13 años que se convirtió en el icono de la infancia asesinada, gracias al lente de un fotógrafo que captó la imagen y la transmitió al mundo, provocando una ola de indignación que marcó en Sudáfrica el punto de partida de una rebelión que se extendió a todo el país y en pocas semanas dejó cerca de 600 civiles muertos.
En la instantánea Hector yace en los brazos de uno de sus vecinos, Mbuyisa Makhubu, y a su lado corre la hermana de Hector con la mano levantada como para rechazar la desgracia.
Desde entonces cada 16 de junio se celebra el Día de los Niños Africanos y en esta ocasión el presidente sudafricano Thabo Mbeki protagonizó una marcha junto a más de 50 000 personas que partió de la escuela Morris Isaacson, lugar emblemático de la revuelta, para terminar en el Memorial Hector Pieterson.
«Saludamos a los jóvenes de 1976 ya que dejaron una herencia de coraje y determinación», declaró el jefe del Estado.
Hoy, a 30 años de los sucesos de Soweto y a 12 años de eliminado el régimen del apartheid en el Continente Negro, los niños y jóvenes africanos se enfrentan a otros enemigos tan crueles y mortales como aquellos: el hambre, el sida, las guerras...
-Texto escrito por Yailé Balloqui Bonzón-