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Una mirada alrededor

Cruzando otros horizontes

En el nombre de Dios

careerist

"Careerist": Tomasz Rybak


Pepe Royo

"En el Nombre de Dios, el Misericordioso --clamó el imam--, es llegada la hora de la venganza contra el infiel. El Islam, con la ayuda de Dios, derrotará a quienes profanan la Tierra Santa, exterminan a nuestros hombres y humillan a nuestras mujeres. No combatiréis contra sus poderosas máquinas guerreras ni contra sus fieros soldados, sino que iréis a matarlos en sus casas. Partid hacia la muerte, en el Nombre de Dios, que El os recompensará en el Paraíso con decenas de vírgenes y cuantas delicias imaginéis. En cuanto a mí, ya me dais envidia, ya, pero debo quedarme en la mezquita, orientando a los hermanos y reclutando nuevas bombas humanas. Nos vemos en el Paraíso, esperadme allí."

"En el Nombre de Cristo --clamó el Papa antes de la Cruzada--, es llegada la hora de la venganza contra el infiel que mancilla los Santos Lugares y esclaviza a nuestros hermanos. Id a liberarles y recobrad las Sagradas Piedras en el Nombre de la Cruz. Matad en sus casas a cuantos herejes halléis y, si tenéis alguna duda, pensad que Dios reconocerá a los suyos. Y sabed que a aquéllos que mueran en el intento, Dios les perdonará sus pecados y les otorgará el Paraíso eterno. En cuanto a mí, ya me dais envidia, ya, pero debo quedarme en mis palacios, firmando bulas y velando por la pureza de la fe. Nos vemos en el Paraíso, esperadme allí."

Hoy día no hay un Papa con pitera para venir a soltarnos ese rollo. Les hemos cogido el truco. ¿Cuánto tardarán ellos en coger el del imam?


Mientras tanto, los dioses -désele a cada uno el nombre que más placer o aborrecimiento produzca- siguen en eterno mutis por los remotos paraísos que nuestros ancestros les diseñaron.

Agua

loel

Ilustración de Jago Titcomb


Jesús Aguado Fernández

Éstos últimos días paso mucha sed. Sobre todo cuando leo los periódicos o cuando miro las noticias. Será el calor, este sol húmedo que nos saborea lento con sus infinitas lenguas de cal viva. O será que el efecto invernadero ha llegado antes, o al menos con más virulencia, a la historia que a la climatología. Botellas y botellas de agua que consumo o me consumen mientras giran los acontecimientos en un tiovivo absurdo, real, fulminante y deshilvanado. Deflagración, miedo, asfixia: el trípode sobre el que se calienta el mundo antes de su estallido o de su disolución. Bebo vasos y vasos de agua, pongo la cabeza debajo del chorro, me empapo para no pensar, para sobrevivir no pensando. Porque no me llevo bien con las cosas que ocurren y se me nota demasiado: en el sudor, en la manera de arrancarme la camiseta, en la quemazón de estos ojos míos cansados de la piromanía endémica de los seres humanos. Rabia por la crónica diaria, impotencia, infelicidad de mis células, deslizamiento instintivo hacia el solipsismo y la nada. Incendios, torturas, hambrunas, atentados. La guerra, la guerra impregnándonos de azufre, de pólvora, la guerra en cada resquicio convirtiéndolo todo en ruina. Entonces bebo agua, me atraganto para no mirar a los niños con caramelos en unas manos que unos segundos más tarde una bomba sin útero, una esquirla sin entrañas, habrá amputado. Para quedar ciego al retorcimiento de hierros de un vagón de metro o de un autobús, a la espiral devastadora de un huracán, al bosque que aúlla mientras se tiñe de negro, a las tripitas hinchadas de los bebés con moscas en las legañas. Qué puedo hacer excepto beber litros de agua. Aunque no me quite la sed porque nada podría hacerlo, aunque me dé, de hecho, más sed, toda la sed de un universo desbocado y oscuro. Timadores, mentirosos, asesinos. Cada uno de ellos con buena conciencia, porque la buena conciencia es algo tan barato, tan de saldo, que no cotiza en la bolsa de los principios éticos y cualquiera la puede adquirir por unos euros. Bush tiene buena conciencia. Bin Laden, o su espectro, tiene buena conciencia. Los soldados británicos y norteamericanos que torturan a sus prisioneros tienen buena conciencia. El terrorista suicida tiene buena conciencia. Pero yo no puedo tener buena conciencia porque ni eso me puedo permitir. Y ésa es la razón por la que no puedo terminar de leer la noticias, por la que apago la televisión: para que no me den respuestas a preguntas que ya no quiero formular, para que me dejen en paz con la criminal panoplia de buenas razones políticas, económicas, sociales o filosóficas con las que justifican lo que hay como lo mejor, como lo único posible. No encontraré agua suficiente para tragar píldoras calmantes, un anestésico contra las hogueras de la sinrazón y el odio. Tampoco encontraré las píldoras arcoiris o el anestésico oral. Quizás no encuentre ni agua porque se está terminando y nadie consentirá en hacer un trasvase de su corazón al mío. Pero entonces miro el fondo de mi vaso y veo cómo unas gotas juguetean con los reflejos rojos de la cortina: un mínimo volcán incruento que me devuelve, no sé por qué, la esperanza. Y entonces me las bebo y sonrío.

La ventana indiscreta

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José Ángel Barrueco

Cornell Woolrich comienza así el que posiblemente sea su relato más conocido: "No sabía sus nombres. Jamás oí sus voces. A decir verdad, no los conocía siquiera de vista, puesto que con la distancia que nos separaba me era imposible distinguir sus facciones de un modo preciso. Y, sin embargo, hubiese podido establecer un horario exacto de sus idas y venidas, registrar sus actividades al día y repetir cualquiera de sus hábitos. Me refiero a los inquilinos que veía en torno al patio". Lo anterior pertenece, quizá lo hayan supuesto, al cuento "La ventana indiscreta", que luego Hitchcock convertiría en un clásico del cine.
A decir verdad, esa es una de mis películas favoritas del maestro: un hombre con una pierna escayolada que se dedica, para matar el tedio, a mirar por su ventana. Todos tenemos algo de ese personaje. Yo, por ejemplo, poseo en común con él mi larga convalecencia, que me obliga a permanecer en casa más o menos el día entero. Cuando me siento al ordenador, desde la ventana veo una calle de Lavapiés y, sobre todo, miro el movimiento de los vecinos entrando y saliendo de casa o asomándose al balcón: el cantante Ismael Serrano, los hindúes hacinados, los niños árabes condenados a una vida de ventana de primer piso, el jubilado español que se asoma al exterior. Lo que me diferencia del personaje de "La ventana indiscreta" es que, en el relato de Woolrich, aquel no gustaba de refugiarse en la lectura, al contrario de lo que a mí me sucede, que devoro libros sin parar, tendido en la cama. Y lo que me distingue de la maruja al uso es que prefiero imaginar las vidas de los vecinos, antes que esperar a que una vecina o la portera me enumere los detalles de sus idas y venidas y de sus biografías. De continuo me levantaba del lecho para utilizar el ordenador, y de ese modo, queriendo o sin quererlo, veía el trajín o la lenta espera de los inquilinos del edificio de enfrente. A partir de hoy pasaré una larga temporada en casa de un pariente, en las afueras de Madrid, sin poder registrar los movimientos de los vecinos.

El otro día contaba en un artículo que, desde que se produjeron los atentados de Londres, las cosas habían cambiado en el piso de los árabes que regentan la tetería de abajo. Salgo unas semanas de esa rutina y me quedo sin saber el resto. Porque, desde el jueves por la mañana, todo ha sido muy raro. Ni el jueves, ni el viernes, ni el sábado, ni el domingo, dicho negocio de té ha abierto sus puertas. Ninguno de los hombres que se movían entre la tetería y la casa ha vuelto a aparecer. Las ventanas, otrora abiertas para que los niños árabes condenados a una vida de ventana de primer piso se asomaran para tomar aire y ver la calle, han estado cerradas casi todo el tiempo. Alguna que otra vez al día la madre vestida hasta el cuello ha abierto para que el niño más pequeño se asomara. Del resto (y eran muchos, y algo ruidosos), ni rastro. No he dejado de preguntarme, desde que los vi por última vez en la noche del miércoles, qué habrá ocurrido. No he visto policías a la puerta, tampoco ha habido redadas en busca de traficantes de droga. Simplemente, han desaparecido. Algo que no era habitual, al menos desde que llevo viviendo en el edificio frente al suyo. Lo que me extraña, pero no es asunto mío, es que se hayan ido de vacaciones: serían vacaciones machistas. No les sorprendan mis recelos, en Lavapiés la policía detiene personas con frecuencia: okupas, traficantes, navajeros, terroristas. Por otra parte, bien puede ser que se hayan esfumado por temor. Según leo en un diario, en el ambiente vuelve a mascarse la xenofobia. Y eso es malo para todos. En especial, para los extranjeros que se ganan la vida honradamente.


...en ocasiones, convertimos esa atalaya desde la que oteamos el devenir ajeno en Sala de lo Penal, transformados nuestros ojos en jueces togados contra la libertad de quienes osan contravenir nuestros pareceres.

Antropología del horror

Arancia-Mandibola

"Dimensioni variabili": Carmen Dell’Aversano


Fran Sevilla: "SREBRENICA"

VENÍAN con el rostro demudado por el horror. Hambrientos, famélicos, desorientados, sin saber muy bien qué rumbo elegir: como alguien que acaba de salir de una pesadilla y todavía no sabe dónde termina el mal sueño y dónde comienza la vigilia. Lo trágico es que en su caso la vigilia era la pesadilla misma. La mayoría eran mujeres y niños, había muy pocos hombres. Ni siquiera podían expresar con claridad sus sentimientos, sus angustias o sus terrores, permanecía atenazados por el pánico, como animalillos inmovilizados ante el depredador. Las carreteras que llegaban desde el Este de Bosnia a Zenica, en el centro de esa república, eran un goteo de pequeños grupos de refugiados, de los escasos supervivientes del exterminio de Srebrenica.

También venían de otros lugares, de otros "enclaves seguros" como los definió en una resolución el Consejo de Seguridad de la ONU. Pero una vez más, la seguridad no se logra con declaraciones ni resoluciones políticas, y el Ejército serbobosnio, con su jefe militar, el general Ratko Mladic, y su jefe político, Radovan Karadzic, a la cabeza, se había pasado por el arco del triunfo de su limpieza étnica aquella resolución. Los periodistas que desde el terreno intentábamos relatar lo que sucedía nos sentíamos horrorizados, pero sobre todo ahítos de indignación y de rabia por la impotencia: de nada servían nuestras denuncias, el carnaval de la muerte llevaba más de tres años circulando por toda Bosnia ante la mirada impasible de la llamada Comunidad Internacional.

Y llegó la hora de Srebrenica. Estos días se cumple el décimo aniversario del peor acto de barbarie en la civilizada Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los periódicos rememoran aquella matanza, así que no es necesario recordar los datos. Lo que sí debe recordarse, una y otra vez, es cómo el mundo asistió con absoluta indiferencia a la escenificación del exterminio previsible y previsto. Conviene recordarlo ahora que los escenarios de muerte son otros, geográficamente hablando, aunque tan similares que resulta pavoroso.

Esa geografía de la muerte es inabarcable. Conviene no olvidarlo cuando tanto se habla ahora de buenas intenciones por parte de países y dirigentes mundiales. Las buenas intenciones fueron las que llevaron a la ONU a declarar Srebrenica "enclave protegido" y a los soldados holandeses que lo debían defenderlo a no disparar un solo tiro para proteger a miles de seres humanos indefensos, ofrecidos como tributo al dios de la guerra para aplacar la furia de Karadzic y Mladic. Las buenas intenciones fueron las que empedraron el infierno de Srebrenica. Y no hubo malas conciencias, salvo algún soldado holandés que dejó de conciliar el sueño por la noche.

Recuerdo de nuevo los alrededores de Zenica, en aquel angustioso julio de hace diez años, y todavía me recorre el cuerpo un escalofrío. Lo más terrible es que el mundo no parece haber aprendido la lección.


“¿Dónde estabas, Ser Humano,
que grité tu nombre y no respondiste,
que apelé a tu conciencia y me negaste,
que alcé hacia ti mis manos
y cerraste los ojos…?”

Desvergüenza vía satélite (urbi et orbi)

insomnia

“Insomnia”: Shawna A. Smart


“Nadie tiene la culpa de haber nacido rico,
pero…¿quién tiene la culpa de que haya pobres?”

Eduardo Jordá: "MÚSICOS SOLIDARIOS"

SOSPECHO que la mayoría de los músicos que participaron en los conciertos Live 8 del sábado pasado, en protesta por el hambre y la injusticia en el mundo, tenían grandes preocupaciones en su cabeza mientras interpretaban sus canciones, vía satélite, para más de cien millones de personas. Mariah Carey estaba pensando en el cocinero particular que lleva a todas partes para que le prepare las hamburguesas como a ella le gustan, ni demasiado hechas ni demasiado crudas. El jovial Bon Jovi intentaba fingir que alguna vez había sentido algo parecido a un sentimiento genuino mientras interpretaba sus torpes simulacros de rock. Shakira estaba pendiente de los focos que podían delatar el tinte de su encrespada cabellera que jamás fue rubia. Bryan Adams recriminaba con una mirada al cámara que tomaba los primeros planos, al que había prohibido resaltar los cráteres lunares que cubren sus mejillas. Y Paul McCartney estaba angustiado por la posibilidad, no del todo remota, de que un gallo estridente surgiera de su garganta, tan poderosa en el pasado y tan frágil en el presente.

Pero esto no fue nada comparado con otros artistas. En Toronto, Céline Dion hacía esfuerzos para que su cara no revelara ninguna de las múltiples arrugas que le han sido extirpadas a lo largo de los años por alguno de los cirujanos plásticos más baratos del mundo ("Esta vez, Céline, dejaremos el estiramiento facial en un millón de dólares, ¿te parece bien?"). En Londres, el ardoroso Robbie Williams estaba pensando en cuál de las quince chicas que gritaban en la primera fila se llevaría a la cama aquella noche (¿y por qué no a todas a la vez?). Y el elegante y frugal Elton John –un músico que debería estar prohibido para los diabéticos, dada la peligrosa cantidad de azúcar que aportan sus canciones– estaba pensando en lo bien que le salió la fiesta de su mansión de Windsor, en la que los hombres llevaron frac y las mujeres tiara (de esmeraldas, de brillantes, de amatistas, de acciones petrolíferas), y en la que la invitada Joan Collins, que parece más joven ahora que cuando tenía cincuenta años, hace ya cincuenta años, lució un lazo rojo de rubíes, creados por la firma Chopard, para demostrar su solidaridad con los enfermos de sida (todo esto lo he leído en Diez minutos, una revista que debería estudiarse en las clases de Economía Política).

Comprendo que a toda esta gente le quite el sueño el hambre en el mundo. Han recorrido a pie cientos de veces, sin más compañía que un solícito criado que les sacude las moscas con un plumero de seda perfumada, los barrios más humildes de Johannesburgo y las más populosas barridas de Calcuta, sólo porque sentían el deseo irresistible de socorrer a un niño hambriento o a un anciano moribundo. Han llorado tantas veces por el sufrimiento ajeno, se han sentido tan desmoralizados por la desgracia y la miseria en sus solitarias suites de 250 metros cuadrados, en la última planta de un hotel de Nueva York o de Tokio, que lo más natural es que se reúnan para protestar por la ignominiosa pobreza del mundo.

El sábado pasado no pude contener las lágrimas. Suerte que, en el último minuto, descorché una botella de champán francés para darme ánimos. Sólo costaba doscientos euros. Una fruslería.


Show fantasmal de abultadas carteras y despilfarro televisado bendecido por los Amos del Planeta. Reedición tecnológica de aquel “ponga un pobre en su mesa”. Vodevil de conciencias pijas para entretenimiento de gentes desahogadas. Desvergüenza asida al pentagrama.

Humanus, húmilis...humus

winterisrealcoming

Obra de Eve Prädelt


Ernesto S. Pombo: "GENIAL POLAINO"
(...o cuando a la homofobia se la engalana con pseudocientifismo)

Nos hemos puesto hechos unos basiliscos. Tanto que estamos dedicando las veinticuatro horas del día a zarandear y maltratar injustamente al profesor Polaino. Aquilino Polaino, para más señas. Cuando deberíamos de estarle profundamente reconocidos. Porque hasta ahora, uno creía que los homosexuales eran personas, como usted y como yo, que se enamoraban, amaban y se acostaban con otras personas, como usted y como yo, sólo que del mismo sexo.

Pero no. El eminente estudioso Polaino, Aquilino Polaino, nos ha abierto los ojos y acabamos de saber que son unos degenerados y unos pervertidos. Nos ha descubierto que la homosexualidad es una patología, un «trastorno emotivo» y que «muchos homosexuales tienen antecedentes de violación sexual desde pequeños». De no ser por el eminente Polaino, por Aquilino Polaino, a estas alturas no tendríamos ni idea de lo que es la homosexualidad.

Por eso sorprende que ahora sólo saque la cara por el ya citado profesor Polaino, por Aquilino Polaino, el Foro de la Familia, que debe de ser un foro muy importante porque está chantajeando al presidente Zapatero. Nada menos. Y digo que sorprende que después del éxito que obtuvo en el Senado, no quieran asumir sus tesis quienes lo invitaron, lo llevaron, lo presentaron y lo felicitaron. Eso es lo sorprendente. Que el profesor Polaino, Aquilino Polaino, se haya quedado solo.

Y, pese a ello, uno se declara ferviente admirador del genial e insigne Polaino, Aquilino Polaino, porque entiende que en un país tan plural como este nuestro tiene que haber de todo. Tiene que haber futbolistas, sacristanes, copleros, periodistas, forajidos, panaderos, chorizos, chamarileros, timadores, tontos, caraduras, indeseables, y profesores como Polaino. Como Aquilino Polaino. Y también algún que otro demente y descerebrado.


Humus somos y en abono orgánico nos convertiremos; separando concienzudamente la materia en función de las efervescencias cerebrales. No fuera que se contaminara el planeta con detritus irrespirables como la igualdad, la libertad individual, la tolerancia, el respeto, la universalidad de derechos...

Hijos de la nube

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Fran Sevilla

AsÍ los llaman, así se llaman ellos a sí mismos: "hijos de la nube". Son los saharauis, gentes de una dureza sólo equiparable al pedazo de tierra estéril y yerma en el que sobreviven, expulsados y olvidados en un rincón del desierto y de la historia. Pero también gentes de una dulzura y una generosidad como sólo los acostumbrados a no tener nada pueden destilar.

Estos días atrás, recorriendo de nuevo la dura hamada, el pedazo de tierra de nadie que hoy habitan, viajando por los territorios del Sahara Occidental no ocupada por Marruecos hablaba con varios saharauis del mar. Muchos de ellos nacieron en las ciudades costeras o próximas a la costa de la antigua colonia española. Su infancia transcurrió batida por las olas. Desde hace ya casi treinta años, se han tenido que acostumbrar a retener ese mar de su niñez tan sólo en la memoria: es imposible imaginarse el mar en un lugar donde el agua es apenas una quimera.

Lo más difícil debe ser explicarles a sus hijos cómo es ese mar. Porque los niños saharauis nacieron ya en pleno desierto: "El mar es lo mismo que el desierto, hijo, pero con agua en vez de arena; de una inmensidad inabarcable, que se pierde en el horizonte. Y las olas rompen en la orilla con una cadencia de holas y adioses peregrinos que humedecen para siempre el corazón". "No sé, padre; no me lo puedo imaginar". Algunos de esos niños han podido ver el mar por primera vez en España, gracias al programa Vacaciones en Paz.

Un programa por el que la solidaridad de numerosas familias españolas hace de alfombra mágica para traer cada año a nuestro país a centenares de niños saharauis y que por unas semanas puedan sentirse también privilegiados. Una solidaridad que no conoce de diferencias económicas, políticas o religiosas. En este nuevo viaje he vuelto a comprobar cómo la cuestión del Sahara Occidental se convierte en un asunto transversal: había representantes de todos los partidos políticos (PP, PSOE, IU, nacionalistas) y de todos los sectores de la sociedad.

Y todos de acuerdo en dos cosas fundamentales: en que España, como antigua metrópoli, debe jugar un papel fundamental en la búsqueda de una solución al conflicto, que pasa por la celebración del referéndum de autodeterminación previsto por la ONU, y en que la buena vecindad con Marruecos y con el pueblo marroquí no debe y no tiene por qué verse afectada, sino todo lo contrario.

Hay que hacer entender a Marruecos que no se puede retener un territorio contra la voluntad de quienes lo habitan o lo habitaban y que esa postura no es en ningún caso hostil hacia ellos. Hace cien años España inició la colonización del Sahara Occidental. Muchos saharauis siguen hablando español y se sienten también españoles además de saharauis. No se puede traicionar dos veces al mismo pueblo, no se debe. Así que España, que fue parte del problema, debe ser hoy parte de la solución. Una solución que tiene que permitir a esos hijos de la nube volver a su origen: que esa nube que los amadrina los deposite por fin a la orilla de aquel mar que un día les robaron.


...pero los políticos -ay, los políticos- con el duende de la palabra acariciando los oídos y la inoperancia confortablemente instalada en los maletines.

Sequía

Gustavo_Fernandes

Pintura de Gustavo Fernandes


Fernando Rivarés

La raza humana es tozuda. Y da tantas muestras de ingenio e imaginación, tantas lecciones de supervivencia, como ejemplos de estupidez y atraso mental. Debe ser un privilegio exclusivo de la humanidad. Estos días de sequía, que inauguran años, son un claro ejemplo de ello. Los científicos llevan mucho tiempo alertando del origen indiscutible de este mal: hemos modificado el clima entre todos, las industrias descontroladas, las emanaciones de dióxido de carbono, nuestro empeño en un modelo de vida destructor, el tráfico sin sentido devorando el petróleo, la negativa del imperio y de todos sus estados seguidores a reconocer lo evidente y a dejar al planeta en paz, son las causas. Y seguimos sin querer ponerle freno. En Aragón, además, andamos a la gresca con el cuento de los pantanos que no pueden llenarse con una lluvia que no cae y con meterle mano a los ríos en plan violación. El barro reseco de Barasona y el vacío integral de Mediano nos lo recuerda cada día: no por mucho empantanar llueve más temprano. Vienen años sin agua, avanza el desierto, pero no aprendemos. Aún vendrán demagogos de turno a sugerir que la solución está en las rogativas y las subvenciones. Inteligente humanidad.


…mientras, el binomio levantino Camps-Valcárcel seguirá reivindicando la Autopista del Agua, parque temático donde hasta los mejillones cebra instalarán su calcáreo reino antes de extinguirse por la falta del esperado líquido.

El horizonte de la utopía

Alas_de_libertad

Óleo de Marcela García


"Las utopías no son sino horizontes inagotables que hemos de ir alcanzando a la luz de las revoluciones perdidas."

Un fuerte dolor de memoria

Un fuerte dolor de memoria

Don José Bono, tan espiritual y patriota... Tan humanista y protocolario... Tan manchego y tan español... Tan ministro él -casualmente del PSOE, pero con idénticas virtudes para serlo del Partido Popular-... Tan conciliador, tan populista, tan elegante... Tan...José Bono.

8 de marzo: Todos los días del año

8 de marzo: Todos los días del año Carmen Morillo

8 de marzo



CASI ni me he dado cuenta de que el 8 de marzo está a la vuelta de la esquina hasta que han proliferado las noticias e intenciones políticas sobre la situación de la mujer. Hace tiempo decidí declarar día de la mujer cada jornada de mi vida, así que voy de pesada reivindicando y denunciando sin resuello que la democracia cojea mientras persista la marginación y la discriminación por razón de género.

Esta semana mismo he participado en un debate con otras tres mujeres de una formación académica superior a la mía y que ocupan puestos relevantes en la sociedad, algo que no se puede decir de servidora. Me sorprende que, a esas alturas, sigamos buscando resquicios para colar el sentimiento de culpabilidad y responsabilizarnos de las discriminaciones palpables que aún sufrimos.

El terrorismo de género, la violencia ejercida por los hombres contra las mujeres por su condición femenina sigue siendo desgraciadamente en el siglo XXI un problema mundial, de igual magnitud que el sida, el hambre, el paro o los asesinatos cometidos por bandas terroristas sea cual sea su signo político, económico o religioso.

Es un drama que compartimos las mujeres independientemente del lugar donde vivamos, aunque confío que la ley integral recién estrenada en España sea una herramienta eficaz para crear una sociedad más justa e igualitaria.

Pese a la masiva presencia de la mujer en la Universidad, donde logran por méritos propios los mejores expedientes académicos, el desempleo femenino duplica al masculino y el salario del hombre es un 30% superior en igualdad de condiciones laborales.

Hosted by Putfile.comLamentablemente, por más que se denuncie cada 8 de marzo, no va a cambiar esa realidad salvo que se adopten medidas contundentes como penalizar (sin posibilidad de subvenciones o ayudas, por ejemplo) a las empresas que practiquen la discriminación salarial o laboral. Mientras tanto, todo el monte seguirá siendo orégano.

Que quieren que les diga, me duele la boca de repetir que las medidas de discriminación positiva políticas y sociales que tanto les chirrían a algunos constituyen el único camino para dar un salto hacia la igualdad real en lugar de seguir recorriendo el larguísimo y tortuoso camino que debemos andar las mujeres, demostrando permanentemente nuestra valía y nuestra capacidad para ocupar puestos de responsabilidad.

Como dice una amiga, el día que veamos tantas mujeres como hombres inútiles en la política no nos sentiremos orgullosas pero algo habrá cambiado.

Y ya, lo que he comprobado que exaspera incluso a los amigos más queridos es mi empecinamiento en enterrar el lenguaje sexista, que ayuda a sostener la invisibilidad histórica de las mujeres. Ayer mismo, una lingüista me reprochaba que rechace la palabra hombre como genérico del ser humano. Pues sí, no sólo me resulta incorrecto e inaceptable sino que además pienso que el lenguaje constituye la arquitectura del pensamiento, así que resulta importantísimo mejorarlo para combatir los tópicos y arquetipos femeninos. Vamos, que agradecería incluso que corrigiesen el himno de Andalucía.



ELLAS. Gentiles, malvadas, inteligentes, inútiles, libres, horteras, ecuánimes, libidinosas, sagaces, matronas, maravillosas, anodinas, francas, esclavas, estúpidas, activistas, prepotentes, deslenguadas, comprensivas, pobres, accesibles, retadoras, genuinas, grandilocuentes, virginales, trabajadoras, prostitutas, militantes, vagas, tenaces, incapaces, acogedoras, crueles, sencillas, exquisitas, intrigantes... ELLAS. Mujeres. Seres humanos.

8 de marzo: Todos los días del año

8 de marzo: Todos los días del año Carmen Morillo

8 de marzo



CASI ni me he dado cuenta de que el 8 de marzo está a la vuelta de la esquina hasta que han proliferado las noticias e intenciones políticas sobre la situación de la mujer. Hace tiempo decidí declarar día de la mujer cada jornada de mi vida, así que voy de pesada reivindicando y denunciando sin resuello que la democracia cojea mientras persista la marginación y la discriminación por razón de género.

Esta semana mismo he participado en un debate con otras tres mujeres de una formación académica superior a la mía y que ocupan puestos relevantes en la sociedad, algo que no se puede decir de servidora. Me sorprende que, a esas alturas, sigamos buscando resquicios para colar el sentimiento de culpabilidad y responsabilizarnos de las discriminaciones palpables que aún sufrimos.

El terrorismo de género, la violencia ejercida por los hombres contra las mujeres por su condición femenina sigue siendo desgraciadamente en el siglo XXI un problema mundial, de igual magnitud que el sida, el hambre, el paro o los asesinatos cometidos por bandas terroristas sea cual sea su signo político, económico o religioso.

Es un drama que compartimos las mujeres independientemente del lugar donde vivamos, aunque confío que la ley integral recién estrenada en España sea una herramienta eficaz para crear una sociedad más justa e igualitaria.

Pese a la masiva presencia de la mujer en la Universidad, donde logran por méritos propios los mejores expedientes académicos, el desempleo femenino duplica al masculino y el salario del hombre es un 30% superior en igualdad de condiciones laborales.

Hosted by Putfile.comLamentablemente, por más que se denuncie cada 8 de marzo, no va a cambiar esa realidad salvo que se adopten medidas contundentes como penalizar (sin posibilidad de subvenciones o ayudas, por ejemplo) a las empresas que practiquen la discriminación salarial o laboral. Mientras tanto, todo el monte seguirá siendo orégano.

Que quieren que les diga, me duele la boca de repetir que las medidas de discriminación positiva políticas y sociales que tanto les chirrían a algunos constituyen el único camino para dar un salto hacia la igualdad real en lugar de seguir recorriendo el larguísimo y tortuoso camino que debemos andar las mujeres, demostrando permanentemente nuestra valía y nuestra capacidad para ocupar puestos de responsabilidad.

Como dice una amiga, el día que veamos tantas mujeres como hombres inútiles en la política no nos sentiremos orgullosas pero algo habrá cambiado.

Y ya, lo que he comprobado que exaspera incluso a los amigos más queridos es mi empecinamiento en enterrar el lenguaje sexista, que ayuda a sostener la invisibilidad histórica de las mujeres. Ayer mismo, una lingüista me reprochaba que rechace la palabra hombre como genérico del ser humano. Pues sí, no sólo me resulta incorrecto e inaceptable sino que además pienso que el lenguaje constituye la arquitectura del pensamiento, así que resulta importantísimo mejorarlo para combatir los tópicos y arquetipos femeninos. Vamos, que agradecería incluso que corrigiesen el himno de Andalucía.



ELLAS. Gentiles, malvadas, inteligentes, inútiles, libres, horteras, ecuánimes, libidinosas, sagaces, matronas, maravillosas, anodinas, francas, esclavas, estúpidas, activistas, prepotentes, deslenguadas, comprensivas, pobres, accesibles, retadoras, genuinas, grandilocuentes, virginales, trabajadoras, prostitutas, militantes, vagas, tenaces, incapaces, acogedoras, crueles, sencillas, exquisitas, intrigantes... ELLAS. Mujeres. Seres humanos.