De dictadores caídos y otras especies (por conveniencia) protegidas
"O_condenado": Marcelo Martinez
La moraleja que se desprende del affaire Irak no deja margen a la elucubración innecesaria: Un dictador, un genocida, lo es en función del grado de servilismo a la administración estadounidense y del número de asesores económicos y militares que caminan sobre la alfombra que separa la embajada de EEUU del palacio del autócrata.
Las torturas, desapariciones, masacres y la ausencia de los derechos básicos del ser humano en el país elegido como amigo, son aspectos intrascendentes. "Cuestiones internas relacionadas con la soberanía nacional que han de solventarse sin injerencias externas", parecen querer decir en Washington cuando Amnistía Internacional y Human Rights Wacht dan a conocer las atrocidades cometidas por orden o con la connivencia del presidente, reyezuelo o emir convenientemente armado y asesorado por el gigante de Occidente.
El idilio y los parabienes se suceden mientras el gerifalte sanguinario se pone a disposición de los intereses económicos o geoestratégicos del amigo americano. Ni los asesinatos masivos ni las desapariciones ni las lapidaciones ni las torturas -muchas de ellas en presencia del hombrecito que regala tarjetas de visita donde se lee encargado de negocios de la Embajada de EEUU- son razones suficientes para enturbiar tan excelente relación. Aunque luego, cuando los intereses de uno y otro se hacen insostenibles, el amigo occidental rescata el álbum de los horrores -en el que por acción u omisión colaboró conscientemente- y lo utiliza como estandarte para el derrocamiento del presidente, reyezuelo o emir, convertido ya -esta vez oficialmente- en dictador y genocida.
7 comentarios
Una mirada... -
Saludos.
tio-antonio -
monocamy -
Es más, apostaría a que dura más el americanismo que el catolicismo. Y si no, ya me lo dirás dentro de 150 años, ya me lo dirás, ya...
;)
Una mirada... -
Saludos.
Ángel -
felipe -
Trini -
En fin, vivir para ver...
Un abrazo